Huella Verde



HUELLA VERDE

La huella hídrica se basa en el desarrollo amplio de cuatro conceptos previos: agua verde, agua azul, agua gris y agua virtual, los cuales proveen la mayor parte de la base conceptual y metodológica que permite su aplicación y complementan la visión tradicional de la gestión del agua en el contexto de la aplicación de la Gestión Integral de Recursos Hídricos en una cuenca.



El Agua Verde hace referencia a la humedad del suelo y fue presentado por primera vez en 1993 por la profesora Malin Falkenmark (FAO 2000), con el propósito de dar señales y concientizar respecto al agua disponible para el crecimiento de la biomasa y su participación en la evapotranspiración. Más tarde, la FAO retomó el concepto primario y actualizó la definición del agua verde, considerándola como el flujo vertical de agua, es decir, agua almacenada en el suelo que soporta la vegetación en secano y que se mantiene en el suelo, pero que no hace parte del proceso de recarga a fuentes de agua superficial o subterránea. El concepto de agua verde permite considerar a los ecosistemas naturales como un usuario visible del agua, el cual está sometido a una competencia por el recurso hídrico, que es cuantificable por este medio.

La huella hídrica verde, que se refiere al consumo de agua almacenada en el suelo como humedad proveniente de la precipitación (Agua Verde), que se evapora, usualmente en la agricultura.

La huella hídrica aporta la contabilidad del uso y consumo de agua verde, correspondiente al agua almacenada en el suelo como humedad, que tiene como origen la precipitación. Aquí se incluye un recurso que hasta el momento se había excluido completamente de las cuantificaciones sobre uso de los recursos hídricos, y que tiene gran importancia para la producción agrícola en muchas partes del mundo, pues la mayor parte de los requerimientos hídricos de los cultivos son cubiertos por el agua verde. Es crucial incluir este recurso en la contabilidad del uso del recurso hídrico, con el fin de poder gestionarlo mejor. La huella hídrica en su componente verde también permite evidenciar la competencia por agua verde y territorio que ocurre en algunos sitios, entre ecosistemas naturales estratégicos para la producción y regulación del agua (bosques de alta montaña, punas o páramos) y los usos productivos agrícolas y pecuarios.



 Contabilidad de la huella hídrica verde para el sector agrícola

si se cuenta con la evapotranspiración de un cultivo, por ejemplo en unidades de mm/año, y se conoce el área de este cultivo dentro de la cuenca en hectáreas, se puede calcular el volumen de agua evapotranspirada por ese cultivo, en m3 /año. Sucesivamente, este cálculo debe realizarse para todos los cultivos dentro de la cuenca. De manera general, se requiere la siguiente información:

 • Datos climáticos y de precipitación de la cuenca para el periodo de tiempo determinado: Con el fin de calcular el componente verde y azul de la huella hídrica, se requiere conocer la distribución de la precipitación en la cuenca. A su vez, el cálculo de la evapotranspiración requiere otros datos climáticos como temperatura, radiación solar, velocidad del viento, entre otros.

 • Uso del suelo en la cuenca: se requiere conocer la distribución de suelos agrícolas en la misma, qué cultivos, en dónde y su área.

 • Datos sobre el riego de los cultivos: Qué cultivos se riegan, con qué frecuencia y qué cantidad de riego reciben. Según la definición de objetivos y alcance del estudio, puede ser necesario distinguir la fuente de riego (agua superficial, subterránea), y el tipo de riego (por gravedad, aspersión, goteo). Esta información sirve para el cálculo del componente azul de la huella hídrica.

 • Características del suelo de la cuenca: para determinar el comportamiento del agua en el suelo, es necesario conocer las características texturales básicas del suelo, de forma que se extrapolen sus características hidráulicas.


El cálculo de la huella hídrica en la cuenca presupone la estimación de la evapotranspiración (ET) de todos los cultivos distribuidos geográficamente en la cuenca, bajo diferentes condiciones climáticas y de precipitación, así como de diferentes condiciones de riego. El método más conocido para el cálculo de la evapotranspiración de un cultivo es el de Penman–Monteith, utilizado por la FAO, cuyo propósito es estimar los requerimientos de agua de estos, con el fin de planear un riego eficiente y optimizar la producción agrícola.

 Herramientas existentes para el cálculo de la huella hídrica agrícola a nivel de cuenca


Cuando no se cuenta con la información de campo necesaria para calcular la huella hídrica con las herramientas propuestas en la tabla 4.1, es también posible emplear bases de datos globales de evapotranspiración real, como por ejemplo MODIS4 . 
Esta evapotranspiración es calculada a partir de datos satelitales, y se puede descargar de manera gratuita para una malla geográfica con una resolución de 1 km x 1 km. Por este método de asignación de la evapotranspiración a la cuenca en cuestión, es posible obtener una aproximación a la huella hídrica, cuando se cuenta con mapas del uso del suelo que permiten asignar las evapotranspiraciones a cada uso. Este método puede ser útil cuando no se cuenta con otra información adicional, sin embargo, genera una importante incertidumbre la cual es aceptable en una primera aproximación, por lo que se recomienda sea analizada en detalle posteriormente en un análisis que permita tratar información local de detalle para cada estudio en específico.
Cálculo de la evapotranspiración de un cultivo


Nota:
En el caso del agua incorporada a los productos como parte de su biomasa, es inusual contabilizar esta como parte de la huella hídrica en los estudios prácticos, pues normalmente ella es del orden de 0.1 % del agua evapotranspirada, por lo que su adición a la huella hídrica final es mínima (Hoekstra et al. 2011).

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